Cuando la expresión de un poeta parece ser la combinación justa de estos dos elementos tan opuestos como complementarios. Una relación plagada de gritos y silencios que coexisten, casi de formas imposibles, en un universo de sentidos y símbolos interpretados, pero que conviven al fin, como un mágico hechizo que nos atrapa y en algún lugar del alma, nos nutre de compañía. Ahí, parece no existir el error.
Centrarme en la oposición binaria que son mi palabra y tu silencio, pensando si algún día eso tendrá reverso o seguirá siendo lo que es. No me importa. No le temo a nada. Son nuestras vidas las que callan. Son nuestras vidas las que hablan. Desde la mirada buscamos su más placentera convivencia. ¿Es posible todavía?... ¡Claro que lo es y que lo seguirá siendo!
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente" y con tu silencio y mi palabra parecemos imitar un poema, expresión clara de lo confuso, interpretación exacta de lo inexacto y una realidad de fantasías. Tu silencio conlleva palabras y en mis palabras abundan silencios. Que curiosa manera de entretejer y construir este "nosotros". Buscándonos, nos encontramos y a veces la palabra y el silencio, son la misma cosa...
«Déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio» (ln. 9-10).