domingo, 15 de marzo de 2009

Sábado a la noche VS domingo laboral

Realmente uno comprueba a veces que estamos hechos para superar cualquier cosa. Desde la muerte del ser más querido hasta la dureza de tener que trabajar los domingos.

Domingo, 9 de la mañana. Mis pestañas se abren con la misma rapidez que una trampa para ratas y obligan a mis ojos a quedar expuestos a la maldecida luz de un domingo matinal. Con solo tres horas de sueño comienzo a experimentar la extraña dicotomía por la que atraviesa aquello que solemos llamar ser: la cabeza que gira y retumba como una pedorra canción de Gloria Estefan pero mi cuerpo no pide salsa, no, pide una inyección de adrenalina, o en su defecto, un arma para acabar con el crudo sufrimiento que genera la responsabilidad laboral en contraposición a una noche de fiesta y alcohol. Mi cuerpo logra recuperar algo de energía y ponerse de pie. Erguido aunque tambaleante a más no poder, como esos muñecos inflables con caras de nabo que flamean en la puerta de cualquier gomería de mala muerte.
Lapsus mental y sale reflección arrancada del absurdo: "el hombre está preparado para todo... larga vida al speed con vodka"

Ya arriba y despabilado aunque parezca increíble, advierto en las revoluciones de mi chabeta (o lo que queda de ella) que los efectos energizantes de la noche anterior continúan, y ésta vez a mi favor. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a los santos! ¡Gloria al speed! ¡Y Gloria Estefan! (sorry, salió chiste de $0,25, inevitable). Luego de una inconsciente taza de café, unas demoradas cuadras por la avenida y una fuerte dosis de Jason Mraz en mi celular, llego a mi trabajo (tu videoclub amigo) y aunque no tengo público, pido odas y aplausos para el creador del Red Bull porque ¡Sí señores, me dio alas!
Cuando entro escucho a Richard Gere cantando Chicago y a Meryl Streep una canción de ABBA (¡y mama mía, que feo que le sale!). Will Smith ya no quiere ser leyenda y Wall-e pide recambio de aceite.
Segundo lapsus mental del día: "¿Soy yo o todavía sigo en pedo?..."

Termino todos los preparativos rutinarios para poner en funcionamiento el video y que empiecen a entrar los pesados... digo, los clientes.
10.23 a.m. y entran los primeros socios: Un matrimonio con 5 hijos de todos los tamaños y todos los decibeles juntos. La nena colgada en los hombros de su padre. El bebé en un enorme coche dando su mejor concierto de llanto a beneficio y los otros tres pendejos corriendo y gritando "¡Quiero pinocho! ¡Quiero pinocho!" y es ahora cuando odio a Disney, solo por un segundo. La madre de pelo platinado y con unas gafas de sol casi del tamaño de su cara se acerca y me pregunta: "Sorry, ¿Tenés Sex and the City y Posdata Te Amo?" mientras me digo a mi mismo: "Esto recién comienza..."
10.47 a.m. Second Chance. Entra una pareja de ochentosos jubilados balbuceando algo sobre la suciedad de las calles, lo caro que está el super o lo dura que era la carne que le encajó el pelotudo de la carnicería, no se bien. La señora se acerca y me pregunta: "¿Qué peli me podés recomendar para ahora?". Mi mente se va al carajo. La imaginación ataca y una escena espectacular se desarrolla en mi cabeza en la que yo respondo: "¡Ninguna, vieja chota! Es domingo a la mañana, no existe tal película" mientras voy sacando un chumbo de doble calibre de abajo del mostrador y al mejor estilo "Pulp Fiction" le hago un hueco de 7 centímetros de diametro en la frente a la vieja y el video se llena de sangre ansiana. Termina la escena. Vuelvo a la vida real. Esbozo una sonrisa y acompaño a la vieja y a su silencioso esposo a elegir una película de su agrado. Vuelvo a hablar conmigo y me digo, casi con angustia y resignación: "Comenzó el domingo..."

Conclusiones finales:
Conclusión 1: Para todos los nabos que me preguntan: "pero... ¿va gente los domingos a la mañana?". Si. Afirmativo. Existe gente que alquila películas los domingos a la mañana. No se que tiene en el anco, pero existe.
Conclusión 2: Lo peor de este post fue nombar dos veces (y ahora tres) a Gloria Estefan. ¿Qué me está pasando?...

Conclusión 3: Meryl Streep canta como el orto.
Conclusión 4: No existe nada que el ser humano no esté preparado para superar.
Conclusión 5: Tengo que dejar de ver películas por un tiempo...


BONUS TRACK
Suena el teléfono y un viejo me putea y me dice:
- "¡Joven, anoche alquilé una película y la misma escena se repite al comienzo una y otra vez!"
- "¡Es el menú, viejo pelotudo! ¡Dale play, DALE PLAAAAAAAYYYY!

viernes, 13 de marzo de 2009

Mi yo más yo

Dedicado al que todavía sigue tironeando entre entregarse y ocultarse. Al abatido que aún permanece erguido en la batalla contra el miedo. Y a aquel que todavía busca entre el gentío esa mano compañera que sostenga la fragilidad de nuestra vulnerabilidad escondida.

Cuando pueda yo percibir tu aceptación total,
entonces y sólo entonces,
podré mostrarte mi yo más certero, vulnerable y creativo,
mi yo más verdadero. Mi yo más yo...
Mientras tanto me entretengo y te divierto a veces,
con las maneras de poder esconderlo;
sacarlo de vez en cuando y que lo veas apenas,
un poco lejos para no juzgarlo, un poco cerca para entregarlo.
Así, cuando se concrete al fin el acto y se exponga manifiesto,
en nuestras almas brincará una intimidad recién nacida,
más limpia que el agua en su estado más puro,
que será capaz, tal vez, de sanarnos las heridas mas profundas,
esas que no deja ver la piel.
Estaremos siendo testigos de una expresión pura de aquella fuerza
que lentamente y a menudo,
nos obliga a mirarnos un poquito más por dentro...

jueves, 5 de marzo de 2009

Colectivo lleno y falta de sexo

Basado en hechos reales que aunque parezcan sacados de una película de Almodovar fueron vividos en carne propia, una tarde de invierno del 99.


Levanto el brazo. Subo. "Uno, por favor". Guardo el boleto. El colectivo está lleno. No. No lleno. Llenísimo. Me ubico como puedo, de a pacitos centimétricos entre la gente tratando de no molestar a los caracúlicos propios de un viaje en colectivo, y haciendo malabares con las extremidades para no tocar nada incomodable y/o incomodante. En los bondis uno se cuida de esas cosas y las partes sobresalientes de nuestro cuerpo juegan un papel un tanto más atendible. Se requiere desarrollar una flexibilidad sobrehumana para no caerse o manosear otros cuerpos. El único fin se convierte en poder tomarse del sucio pasamanos para conseguir algo de estabilidad y lentamente caminar entre la gente como Forrest Gump en sus peores épocas. Mientras llevo a cabo mi esforzada tarea, me pregunto porque la gente automatiza su cara y la pone en "modo orto" para viajar en colectivo. En el mismísimo momento en el que me hago dicha pregunta mental, casi para sorpresa mía, observo mi reflejo en la ventana y veo que mi cara también comienza a cambiar y a “aortarse” inevitablemente. "¡Wow!" me digo, "es la magia de viajar en bondi..." y así comenzaba mi nunca ameno viaje en la línea 9 de aquel tiempo.

Invierno. En mi mano abrigos, cuadernos, una mochila y demás pelotudeses de secundaria. Ya ubicado en un lugar del pasillo, miro levemente para abajo y los ojos de la gorda señora que está sentada en el asiento y medio que tengo enfrente se clavan en mis pupilas ingenuas y con una gesto muy desagradable me dice: "Cuidado, eh...". Y yo respondo con un simple gesto de: "no pasa nada, señora". Pasan 5 minutos y la señora vuelve a mirarme mal, pero esta vez con más intensidad y desprecio. Me hago el dolobu. Miro por la ventana. Pasan otros pocos minutos y la señora me dice, levantando nuevamente la voz con la clara intención de comprar la atención de todos los co-caracúlicos a su alrededor: Jóven por favor! ¿No ve que me está apoyando?..." Yo bajo la cabeza, oculto los nervios como mejor me sale (en realidad, nunca me sale) y con el mismo tono de voz que ella usó, le respondo: "Son los estuches de los anteojos que están en la campera, señora. ¿Que imagina?..."

Desde aquel día viajé en taxi. Y fui feliz.