domingo, 24 de octubre de 2010

Volverme a escribir

Volverme a escribir implica haber surcado tantas durezas, a veces necesarias para seguir siendo. Instaladas ostras en la arena. Formas que ya se hicieron carne y sangre. Movimientos que no se van. Volver a escribir me significa escarbar entre costras y recuerdos, entre palabras e imágenes de colores faltantes. Buscar renacer no siempre se consigue solo deseándolo. Colgando en la mirada la sensación de haber perdido algo me llena el respirar de nostalgia y húmeda melancolía. Inútiles silencios enemigos, inútiles.

Para volverme a escribir no solo me hace falta esto sino también dar cuentas ahora, que es necesario más, porque éstas palabras no son solo eso, sino vivencias, y para poder soltarlas se es necesario más que solo pensarlas. Mucho más, que solo ocurrirlas. Fue propicio enamorarse. Fue necesario soltar, doler, enojar, llorar y perdonar. Fue necesario mirar, reir, acariciar, hablar y confesar. Y siempre por error o impunidad: olvidar y recordar, para volver a olvidar. Fue importante el recuerdo de muchas noches de amor...

Reconocer entonces, que ablandar el alma no es fácil, y después de todo, hablarle dulcemente. Que mimar de nuevo los sueños cuando ya no están cerca no es simple. Atrapar alguna esperanza, sin práctica, no sale de una sola vez, ni de varias. No puedo negar que hace falta aceitar los sentimientos, ni puedo negar la falta de algodón en la expresión de mi rostro. No se pueden evitar las marcas del tiempo vacío y el malgasto de la soledad atropellada. Los ecos de las risas, los abrazos. La ternura, con su falta y sus excesos. Los padres y el misterio de los vínculos. Las palabras nunca dichas y las dichas de más. Los sin-pensares y sin-sentidos, los sentidos mismos, las peleas, sus marcas y reconciliaciones. El afecto. Ternura, ternura, ternura; sin ternura parece no haber nada. Los abrazos no penetran en la piel y las lágrimas se me vienen secas. Para volver a escribir se necesita necesitar, y no negarlo; y con calor pedir, sin más, buscar. Despertáme tiernamente y humildes me volverán las miradas, sosegadas se me acercarán las punciones en el pecho. Así estos versos se van ubicando al fin y se van haciendo vida en la piel, junto a una misteriosa verdad que dice que cuando de "adentros" de trata, nunca se quiere lo que se puede tener, se quieren otras cosas. Después de haber podido volverme a escribir, un susurro tímido en la oscuridad pregunta: ¿estás conmigo todavía?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo! que buen retorno. Me encanta siempre lo q escribis. Espero q sigas necesitandolo. Te mando un beso grande